El nuevo parque "Mártires de la Libertad" es un proyecto que aúna siglos de historia, una interesante arquitectura paisajística y monumental, un nuevo espacio natural para el deporte y el ocio y además ha supuesto un importante esfuerzo de integración, tras varios años de exitoso trabajo de consenso político y social. La intervención general paisajística que se ha llevado a cabo en el terreno ha contribuido a humanizar el espacio.
Este parque ha conseguido recuperar una zona histórica de la ciudad muy degradada y lograr una nueva zona verde sostenible para uso de todos los ciudadanos. Se encuentra situado junto a la zona universitaria de la ciudad, por lo que sirve de uso deportivo para los estudiantes, además de zona de paseo y de circuito deportivo para todos los habitantes de Huesca.
La creación de esta zona verde en el entorno del
Cerro de los Mártires ha supuesto la rehabilitación del
antiguo Cementerio de los Mártires, que se encontraba en desuso y estado de semiabandono, y la rehabilitación del área del parque en el que se emplaza el
Monumento a los represaliados en la guerra civil española.
Este monumento dedicado a
"los mártires de la libertad" que se sitúa en lo alto de la loma este, es un símbolo de recuperación de la
memoria histórica y ha sido creado como homenaje a los más de 535 republicanos fusilados en Huesca durante la Guerra Civil. Unas gradas unen la zona inferior en la que se sitúan los 535 monolitos de piedra de Calatorao que representan a los represaliados con la pirámide truncada superior, con otros 532 monolitos.
Hay que destacar que es el primer parque de la ciudad con
riego inteligente, que ayuda a optimizar el consumo de agua para el riego. Su proyecto ha servido para iniciar la telegestión gradual del riego en todas las zonas verdes de la ciudad.
Respecto a la vegetación, en la restauración se ha mantenido la intención de reproducir el paisaje natural del entorno, típico de la
Hoya de Huesca. El parque se convierte así en una paleta de colores y texturas representativas del
paisaje prepirenaico, que va cambiando y mostrando el paso de las estaciones. Algunas de las especies se han mantenido, sobre todo pinos, cipreses y acacias, y se han incorporado otras nuevas como carrascas, quejigos, dos parcelas de almendros, olivos centenarios, nogales, fresnos y arbustos autóctonos. Destaca también la cobertura del suelo con matorrales aromáticos y praderas multicolores.