Para asegurar la lealtad del reino de
Navarra y la defensa de la ciudad,
Felipe II manda construir esta fortaleza “a la moderna”: la
Ciudadela. Uno de sus mejores ingenieros, el italiano
Giacomo Palearo, (El Fratín), llevó a cabo el proyecto, siendo iniciadas las obras de su construcción en 1571.
Su traza original, un
pentágono con un
Baluarte en cada punta, se mantuvo a lo largo de los años, si bien se introdujeron continuadas mejoras: nuevos revellines, contraguardias, fosos,..
En este marco incomparable es en el que se desarrolla nuestro primer recorrido por la
Ciudadela, dejando como excepción la zona de los
Fosos de la que podremos disfrutar en el segundo paseo que os ofrecemos desde
vivirlosparques.
Comenzaremos accediendo al recinto fortificado a través de la
Puerta Principal, se trata de una portada de destacada sobriedad renacentista, que data de finales del
siglo XVI y se encuentra orientada hacia el casco antiguo de
Pamplona comunicando con la actual
Avenida del Ejército.
Traspasándola llegaremos a través de una pequeña galería a una antigua zona de reunión de las tropas, el
Cuerpo de Guardia, instalación que en la actualidad se encuentra destinada a almacén y espacio de
oficinas municipales, y que se compone de dos casillas porticadas, una a cada lado de la plazuela de acceso.
Nuestro siguiente punto de encuentro es otro elemento mítico de la
Ciudadela, el
Polvorín, situado en la zona perimetral interna de la fortaleza, constituye la construcción más antigua conservada en el recinto.
Se trata de un edificio de planta rectangular con
bóveda de medio cañón y recios
contrafuertes en las dos paredes laterales, en la que se pueden distinguir las pequeñas aberturas llamadas respiradores que servían para la correcta ventilación del almacén y mejor conservación de la pólvora. Destaca por su sobriedad en la fachada principal, un
detalle ornamental compuesto por dos pilastras y un frontón triangular, donde probablemente debería ir colocado algún escudo o inscripcion conmemorativa.
Para disfrutar de las excelentes panorámicas que nos regala la
Ciudadela, ascenderemos un pequeño tramo en cuesta para acceder al
Baluarte de San Felipe el Real, el primer elemento defensivo que os ofrecemos en este histórico paseo, y que, como todos los baluartes que componen la fortaleza, constituye una estructura de figura
pentagonal compuesta de dos
caras que forman ángulo saliente, dos
flancos que las unen al muro y una
gola de entrada.
Tras este pequeño desvío hacia las alturas, volveremos hacia el núcleo central del parque, donde aún nos esperan grandiosos elementos, como la
Sala de Armas, también llamada
Arsenal de Artillería, que, tal como fue proyectada por el prestigioso ingeniero
Jorge Prospero Verboom, se compone de cuatro plantas destinadas en su origen a
almacén de artillería.
Continuando por el
Parque de la Ciudadela, experimentaremos nuestro primer acercamiento a las esculturas que jalonarán nuestro recorrido, se trata de un conjunto de originales figuras distribuidas sobre los ajardinados parterres, que, a modo de gajos, componen el núcleo de la fortificación:
Junto al
Polvorín encontraremos tres muestras del arte abstracto, el
Atleta Griego representando la
fuerza y la
tensión contenida del atleta antes de la salida,
Modulaciones, combinando su funcionalidad como asiento con un gran
gusto artístico y
Retrato de un Gudari llamado Odiseo orientándonos hacia el
significado del vacío.
Al otro lado de la plazuela disfrutaremos de otros tres ejemplos de la abstracción, la escultura
Huecos que con gran manejo tanto del hueco como del bulto invita a
viajar por su interior, la
Estrella cuya desproporción intencionada en sus tentáculos le confiere un carácter
orgánico vivo y por último, aunque no menos singular, la sencilla
Sin Título, del autor
Imanol Aguirre, figura de estructura
irregular y formas totalmente geometrizantes.
Junto a este último grupo de esculturas encontraremos también otros dos de los edificios representativos de la
Ciudadela, el
Horno y el
Pabellón de Mixtos, el primero de ellos corresponde al antiguo almacén de pólvora de la
Ciudadela, que, tras la construcción del
Polvorín en 1964, se destinó a una nueva finalidad, ser el horno de pan de la fortificación, el segundo, construido a finales del
siglo XVII con una estructura similar a la del
Polvorín, tuvo como finalidad ser un almacén de víveres.
Tras esta última parada disfrutando de la riqueza arquitectónica que nos ofrece la
Ciudadela, bordearemos el
Pabellón de Mixtos encontrando un majestuoso
Sauce llorón, catalogado como singular por su espectacular tronco de tortuosas ramas, y continuando nuestro recorrido hacia el
Baluarte de Santiago, podremos contemplar otro ejemplar arbolado de gran singularidad, una
Falsa acacia situada sobre la muralla, que por su tamaño y sus flores de primavera se ha hecho también merecedora de un rinconcito en nuestro paseo.
La
Historia nos vuelve a llamar a la puerta, al subir a otro de los baluartes que constituyen esta magnífica fortificación, el
Baluarte de Santiago, con una estructura similar a la de
San Felipe el Real, nos permitirá descubrir desde sus escondidos recovecos otro espectacular conjunto de vistas panorámicas de los elementos exteriores de la fortaleza y la vegetación en estado puro de la
Vuelta del Castillo.
Es hora de comenzar nuestro último tramo por el interior de la
Ciudadela, descendiendo del
Baluarte llegaremos al parterre central por uno de los paseos radiales que dividen el
Parque, se trata de una bonita plazoleta ajardinada en la que encontramos una esbelta escultura,
Raíces del Cielo, que, acorde con los elevados abetos que la rodean, lanza nuestra mirada directamente a lo más alto del firmamento. Cabe destacar en la misma plazoleta un singular
Estanque de vaso lobulado y surtidor en su centro, junto al que podremos disfrutar del frescor del agua y los llamativos colores de las flores de temporada que lo bordean.
Antes de salir al exterior de la muralla, donde finalizaremos nuestro paseo, aún nos quedan tres elementos singulares de los que disfrutar, los ejemplares de una exclusiva especie arbolada,
Acacias del Japón de Dot, llamadas así por su creador
Simón Dot y dos esculturas abstractas, una obra de gran verticalidad denominada
Bruja, y
Oteando el Horizonte, estructura en hormigón encofrado, representación elemental de una figura
humana.
Como último mirador de lujo subiremos al
Baluarte de Santa María y saldremos por la
Puerta del Socorro, constituida por una sucesión de tres portadas con sus correspondientes
puentes durmientes (estables) y
levadizos, que atraviesa en altura los
Fosos y comunicaba la fortaleza con la zona de campaña, actualmente la
Vuelta del Castillo. A través de esta pasarela de lujo, atravesaremos dos de los elementos defensivos exteriores de la fortificación, el
Revellín y la
Contraguardia de Santa Isabel.
Con el símbolo de cariño de un beso nos despedimos, la escultura el
Primer Beso (El Abrazo), nos transmite una complementación perfecta de sus elementos, como la que esperamos hayáis sentido con nuestro recorrido por una de las fortificaciones más espectaculares de
Europa, la
Ciudadela, en la que se combinan, con gran armonía,
Historia,
Naturaleza y
Arte.