Los Jardines de Murillo forman un importante conjunto de zonas verdes con el Paseo de Catalina de Ribera que, aunque próximos en el espacio, se hallan separados cronológicamente y presentan claras diferencias estilísticas. Se encuentran cercanos a los Reales Alcázares de Sevilla cuyas huertas incluían los terrenos en los que en el presente se ubican los Jardines, eran conocidos como Huerta del Retiro. Los elementos más antiguos que pueden observarse son la torre y las partes de lienzos de las antiguas murallas que se conservan en el lado norte de los jardines. Incluso pueden contemplarse las canalizaciones que transportaban el agua desde los caños de Carmona hasta el Alcázar.
Están divididos en dos partes por la calle Nicolás Antonio, que enlaza los Jardines de Catalina de Ribera con la Plaza de Santa Cruz. Hoy día se encuentran totalmente integrados en la ciudad, conservando interesantes especies botánicas, así como muestras arquitectónicas, escultóricas y de elementos de mobiliario urbano originales del momento de su formación.
El diseño sigue un esquema en cuadrícula formado por pavimentos y setos que va dando paso a pequeñas glorietas de planta octogonal con fuentes en el centro y bancos de fábrica con los famosos azulejos, destacando entre ellas la extraordinaria glorieta dedicada a García Ramos con sus muros de azulejos que muestran diferentes obras del pintor.
La vegetación de las parcelas delimitadas por los caminos y glorietas ofrece una gran diversidad botánica de especies arbóreas y arbustivas y se muestra con una abundante densidad, sobresaliendo, por su edad y dimensiones, destacados ejemplares de magnolia, ciprés, ficus, plátanos, etc...
En 2001 se realizó una remodelación y en 2002 los Jardines de Murillo junto con el Paseo de Catalina de Ribera son declarados Bien de Interés Cultural, con la categoría de jardín histórico por el Decreto 103/2002 de 12 de marzo por su interés histórico, artístico, paisajístico y medioambiental.
