El Parque de Casilda Iturrizar está situado sobre los terrenos del barrio de Abando que donó la benefactora doña Casilda Iturrizar.
En 1876, el plan del Ensanche de Bilbao sobre el territorio de Abando preveía un jardín público al fondo de una Gran Vía que debía unir el Arenal de la villa con el convento de San Mamés. Se reservaba para ello un declive hacia la ría, así como otros terrenos llanos en torno a ésta. Se trataba de dotar a la nueva ciudad, que nacía libre, sin las ataduras y condicionamientos propios de los centros históricos antiguos, de un amplio espacio de esparcimiento público, un parque cívico a la manera de las ciudades industriales inglesas y americanas.
El proyecto tardaría un tiempo en ponerse en marcha ya que hasta 1907 no prospera la redacción del plan. Este fue confiado al arquitecto Ricardo Bastida y al ingeniero Juan de Eguiraun quienes, inspirándose en Forestier, proyectista de admirados jardines europeos, propusieron un opción ecléctica entre francesa y romántica, en la que no faltaban alamedas rectas para un perimetral paseo de carruajes y un jardín botánico circular (manera francesa), mezclados con caminos tortuosos, estanques, fuente monumental, cascada y una gruta (manera romántica inglesa). El condicionamiento orográfico forzaba a este eclecticismo pues sólo la parte llana permite largas perspectivas, mientras los declives se acomodan mejor a lo pintoresco.
El propio Forestier fue invitado a Bilbao para informar sobre la marcha del proyecto, y la sola mención de la cascada y el agua estancada remite a otras propuestas suyas: Parques de la Ciudadela en Barcelona y de María Luisa en Sevilla. El parque de Bilbao ha llegado a finales del siglo XX con algunos añadidos (pérgola, fuentes, monumentos ) y varias mermas (el espacio que ocupa el Museo de Bellas Artes, por ejemplo).
La pérgola es un añadido afortunado y consiste en una plaza ovalada oblonga definida por una entrada flanqueda por dos casalicios que se prolongan por unos brazos elípticos para la rosaleda que convergen en una exedra al fondo. El eje mayor coincide con una de las avenidas rectas de la parte llana y tiene también acceso desde los brazos. Pedro de Ispizua, su autor, recurrió a dos lenguajes, uno regionalista (pilares con recuadros cerámicos mudéjares y pavimientos con ladrillos con escudetes) y otro barroco -no arqueológico- en los casalicios y exedra.
Las fuentes y los monumentos El agua es casi tan consustancial a los parques como los árboles. En el parque de Bilbao no se construyó la cascada, pero sí el estanque (Estanque de los patos), el paraje más visitado por los niños de la ciudad. Desechados algunos proyectos verdaderamente monumentales, las fuentes son decorativas-honoríficas, destacando la del andén, un pilar con cuatro surtidores y relieves de bronce, obra de Ricardo Bastida (1914). El fuste muestra un estilo ecléctico, mientras que los surtidores son modernistas. La fuente de Aureliano del Valle, obra de Quintín de Torre (1920), es una bella alegoría figurativa a la música (cuerdas, hilillos de agua que caen del pilonos egipcio que es su enmarque). Por último, al fondo y bajo grandes árboles, encontramos una fuente-banco dedicada a Adolfo Guiard. El parque lleva el nombre de la benefactora bilbaína Casilda Iturrizar. El monumento levantado en su honor en 1905 por el escultor catalán Agustín Querol ha tenido varios asentamientos dentro del recinto. Hoy se enmarca en un estanque, resultando un monumento de tipo tradicional, con un alto fuste de mármol blanco por el que ascienden helicoidalmente figuras que son alegorías de las virtudes de la titular, representada en el busto de bronce que lo corona. En puertas del siglo XXI puede decirse que se ha cumplido la pretensión de los ediles bilbaínos de finales del siglo XIX y el parque es ,en efecto, el más importante paraje de relación social al aire libre de Bilbao.